Imagino que nadie quiere ser parte de un escenario catastrófico. Que debe dar miedo con sólo pensarlo. Y más cuando la puerta de salida la tienes abierta de forma contractual. Por esto mismo, a nadie debe sorprenderle que la decisión de Sergio Ramos haya sido abandonar el Sevilla. Marcharse después de escasos diez meses de sevillismo de panfleto. De rellenar los montajes de la cuenta oficial con su notable figura y las camisetas de esos infantes a los que su nombre les sonaba a victoria. Esos mismos que ahora se preguntan con cara de extrañeza cómo uno que se pone el brazalete dice hasta aquí hemos llegado cuando más se le necesita. Los niños no fallan. Ha sido capitán del Sevilla por la misma deriva por la que se le contrató, que no es otra que tragarse el orgullo mirando para otro lado y colocarle la alfombra roja al que hizo méritos para que, como poco, te pensases muy mucho su lealtad. No es centrar ahora el tiro sólo en los dirigentes, puesto que pienso que en lo deportivo sí que ha ayudado Sergio a que la temporada no fuese completamente devastadora. Sin embargo, esta decisión del camero deja el fichaje con un tufillo a timo. A complacer a un hombre que tiene poco de agradecido con esta decisión. A que se pegase el gustazo de vestir como sevillista en su decadencia, aunque después cuando visita a una estrella de la NBA luzca las camisetas que le llevaron a la gloria, no la que le enseñó a competir como un animal. Si el escenario es catastrófico; si la casa está en llamas; si el barco se hunde... Uno no abandona a los suyos cuando más le necesitan. Está en el abecedario de la vida. Sus defensores dirán que cobraba poquito en comparación a lo que le ofrecían. Después de su carrera imagino que no habrá llenado bien un millar de colchones. Se marcha porque no quiere aparecer en la historia en un Sevilla de descenso. Porque ha visto que el itinerario sevillista sólo puede desembocar en un Tartiere ya olvidado. Sergio Ramos se marcha sin pena ni gloria. Es historia del fútbol. No es historia del Sevilla. Y eso ya no lo podrá cambiar nadie.
Sergio se marcha sin dejar de ser un jugador relevante a nivel mundial, aunque sus mejores momentos ya sean historia del fútbol y no actualidad. No va a sentir lejos del barrio de Nervión ese resquemor por un abandono en toda regla. La otra pata de toda esta historia es la que se queda compuesta y sin pareja. Porque el Sevilla firmó a Sergio para que le ayudase en esta travesía. Se lo dijo el club, en boca de su presidente, a todos los que podían portar el brazalete de capitán en la misma finca de Ramos. Que ya podía haber elegido otro lugar el club menos halagador para quien se hizo con las llaves de todo siendo un recién llegado. Les pidió compromiso para encontrar soluciones y arrimar el hombro en estos años de tiesura e incertidumbre. Se ve que no les dieron bien de comer, puesto que Fernando y Rakitic no aguantaron más de dos meses desde aquella cita. Hasta el siempre complaciente Jesús Navas dijo esta boca es mía y también puso aquello encima de la mesa. Al final se echó atrás porque es más Jesusito que Navas. A él no podían llamarle pesetero si el club volvía a ganar el relato (situación en la que se maneja de cine). Si todo esto sucede en un corto espacio de tiempo, es que probablemente el problema lo tengas tú. Si todos no quieren sentarse a tu lado en el autobús, el problema lo tendrás tú. Si nadie te llama para salir de cervezas, el problema debes tenerlo tú. Y al Sevilla, por desgracia, todo el mundo se le pone por encima. Serviços de finanças
La reconstrucción se hará sin Sergio Ramos. Ojo que en lo deportivo, igual que ha sido necesario este pasado año, pienso que es más que prescindible. Nuevo entrenador, nuevos jugadores y nuevos líderes. Que nadie se sienta intimidado (en el buen sentido) por una estrella en su declive. Los meses que aceptó firmar Jesús servirán para que encuentre quien le suceda en la capitanía. Que busquen quien lidere con pasión y sienta el escudo con razonable verdad. Que en el mundo de los likes todo es impostado. Mentiroso. Efervescente. Efímero. Pero a la hora de quedarse con los tuyos cuando te necesitan es donde se ve cómo es cada uno. Dijo Sergio Ramos que quien no apostarse se echase a un lado. Fue después de un partido de la Champions. Ahora cuando no hay Champions; en Liga se peleará por el descanso; y el futuro es negro que asusta, es Sergio quien da ese paso. Al menos es coherente. Ya sabía que no iba a aportar. Adiós a Sergio Ramos. El curso de la historia casi no se ha alterado. Se han renovado las desgastadas camisetas de Sergio Ramos que nadie se atrevía a ponerse por decoro o decencia. No es historia del Sevilla. Y eso para quien lo ha sido allá donde ha ido un poco le tiene que molestar. Un mínimo precio a pagar para este portazo final.
La historia no entiende de caprichos
Imagino que nadie quiere ser parte de un escenario catastrófico. Que debe dar miedo con sólo pensarlo. Y más cuando la puerta de salida la tienes abierta de
quiniela
es
https://la-quiniela.es/static/images/quiniela-la-historia-no-entiende-de-caprichos-5534-0.jpg
2024-09-02
El contenido original se encuentra en https://www.marca.com/futbol/sevilla/opinion/2024/06/17/6670562c46163f19898b45d9.html
Todos los derechos reservados para el autor del contenido original (en el enlace de la linea superior)
Si crees que alguno de los contenidos (texto, imagenes o multimedia) en esta página infringe tus derechos relativos a propiedad intelectual, marcas registradas o cualquier otro de tus derechos, por favor ponte en contacto con nosotros en el mail [email protected] y retiraremos este contenido inmediatamente